Lo mejor que me ha pasado en la vida.

by dualcillo

Hace exactamente un mes, tuve la experiencia más maravillosa en lo que va de mis 31 años de vida. Fue una de esas situaciones que según la lógica impuesta por el ritmo de la sociedad, debería ser tratada como algo terrible.

En estos casi 12 meses de vida totalmente nómada sobre una bicicleta a lo largo y ancho de Latinoamérica, lidiando con fronteras, catástrofes migratorias como la que acontece en las fronteras entre Nicaragua y Costa Rica con el éxodo cubano. Experimentando con la comida deliciosa de cada lugar, la peruana, hasta ahora, se lleva el primer premio con diferencia a salvedad de las empanadas Salteñas de Tarija, Bolivia.

Cientos de anocheceres espectaculares. Desayunos en parajes increíbles. Cielos nocturnos que ni en las mejores imágenes de la National Geographic veríamos. Bodas, naturaleza, árboles, selvas, fauna. Abrazos y emociones de pacientes hospitalizados con cánceres terribles y que ven en mí, un empujón de esperanza. Algo a lo que aferrarse para seguir vivos. Conocer sus historias de Vida, con lo que han peleado y lo que les queda por guerrear.

Todo lo que has leído, por muy increíble que sea, no tiene punto de comparación con lo que sucedió en Cafayate, Salta, Argentina. Tras 10 meses pedaleando, recibiendo energía, haciendo gasto de los ahorros y el dinero enviado por gente que realmente cree en este rodar contra el cáncer.

¿Qué sucedió? Me quedé sin dinero. Fui a sacar plata para poder ir a comprar agua (necesito un patrocinador que se haga cargo de la cantidad de agua que ingiero y es que, esto de no tener estómago implica un cuidado extremo en cuanto a lo que me llevo a la boca) y ¿qué sucedió? Los fondos de su cuenta son insuficientesMierda. ¿Y ahora, qué?

Lo que sucedió a continuación fue una serie de pensamientos que ahora que me siento a escribiros esto, puedo describirlos como realmente interesantes:

  • Llevas desde los 13 años lidiando con una condición genética que, de momento se ha llevado colon, recto, estómago y vesícula biliar y aquí estás, pedaleando.
  • Has sobrevivido a dos intentos de la Vida de llevársete al otro barrio en quirófano y post operatorios y aquí estás, pedaleando.
  • Casi te atropella un camión en Costa Rica si no llega a ser por un ángel que te sacó de la carretera en aquella caída en las primeras semanas de ruta y aquí estás, pedaleando.
  • Viajas sólo, no conoces a nadie hasta que llegas a los lugares, desconocidos y a veces peligrosos y aquí estás, pedaleando.
  • Bogotá casi se lleva tu viaje por delante tras aquella terrible obstrucción intestinal que te hizo conocer el miedo más atroz de tu existencia y aquí estás, pedaleando.
  • Estás viviendo el sueño de decenas, cientos y posiblemente miles de personas que has ido tocando con la historia de tu Vida cuando podrías estar tranquilamente sentado en el sofá de tu casa en València disfrutando de la compañía de tu gente y aquí estás, pedaleando.
  • ¿Cómo narices vas a dejar de pedalear por quedarte sin dinero? 

Haber pasado por situaciones tan poco habituales desde una edad tan temprana para cualquier persona, me ha permitido romper con todo el sistema que hay a mi alrededor. No me caso con nada ni con nadie. Todo es cuestionable y de todo se puede aprender. Nada hay definitivo. Vivo al día y me enfrento con lo que surja porque oye, ¿por qué no voy a poder hacerlo?

Saber que cuento con esa liberación mental que me saca de órbita de cualquier imposible que se plantee y es que lo normal es que yo no estuviera en condiciones de pedalear por Latinoamérica cargando con todo ese peso y oye, lo estoy haciendo y ni tan mal. Ese momento en el cajero de Cafayate, esos días de proceso interno, que por supuesto fue realmente duro, me permitió darme cuenta de que algo así no iba a pararme.

No tener dinero no iba a matar la intención de seguir enviando un mensaje alto y claro contra el cáncer y cualquier situación jodida de vida: SOMOS CAPACES DE COSAS INCREÍBLES. Si yo, sin todas estas piezas puedo hacer este viaje, ¿de qué no eres capaz tú?

Gracias, Pachamama, por haberme regalado ese momento de desamparo lejos de casa, de los míos. Por encargarte de manera constante de destruir mi zona de confort. Gracias, realmente, porque ese fue el mensaje último que necesitaba del Universo. La emoción mueve el mundo. Mueve mi mundo.

¿Qué mueve tu mundo?

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